La inseguridad comanda en esta vida. Por más recursos que creas tener, nada te puede resguardar de la codicia de otras personas, de la envidia, de los malos pensamientos, o incluso, del egoísmo de otros, que tarde o temprano querrán o podrán hacerte daño.
Pero existe una seguridad real, una que no está sostenida en muros o cámaras, o en bancos, o fundada en el dinero, ni siquiera en las personas. Esa seguridad es nuestra confianza en Dios.
Cuando confías en aquel que no muda, que no cambia, que es inconmovible, que es la roca eterna, quien te dice que nunca te abandonará ni te desamparará, sencillamente estás seguro, y la prueba de ello es la paz que te sobreviene, una paz que supera todo entendimiento. Las personas hoy han perdido la paz, a causa de que se sienten inseguras.
El Salmos 59:6 te recuerda que Dios es nuestro protector, que Él es nuestro refugio en todo momento, aún en los momentos difíciles y de angustia.
No digas que estás en una completa soledad, porque no es cierto. Eso es una mentira. Hay uno que espera por ti, que te ama, que entregó todo lo que podía para tener una relación de amistad, de perdón y de amor contigo. Un Dios de amor y misericordia, que te dice, “soy tu protector, tu refugio, no te abandonaré, ni te desampararé”.
Ven a Dios.
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