El salmista cantaba: "La palabra de Dios es como miel a mi boca", que tremendo y hermoso, que bello que nosotros a diario podamos también recitar esto, como el Rey David que lo hacía 7 veces al día (Salmos 119:164).
El hijo de Dios debe ser un adorador y esto se basa en varios fundamentos bíblicos que resaltan la importancia de la adoración genuina y la reverencia hacia Dios.
En Juan 4:23-24 (RV60) encontramos que "Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren."
Jesús mismo habla de la necesidad de adorar a Dios en espíritu y verdad, indicando que este tipo de adoración es lo que Dios busca.
Verdaderos adoradores, estos son los que se entregan de todo corazón a Dios, que derraman cuerpo, espíritu y alma al Señor. No se guardan nada.
El propósito de la creación:
Apocalipsis 4:11 (RV60): "Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas."
La adoración es una respuesta al reconocimiento de la grandeza y la creación de Dios. Es un reconocimiento de su soberanía y poder.
Solo Él es digno de recibir toda la gloria y toda la honra, porque es nuestro creador, nuestro Señor, pero lo más grande de todo, es que es nuestro Salvador. Estamos perdidos, inmundos y abandonados a merced de la muerte y la condenación, pero uno, el Justo, se entregó por nuestros pecados, los pagó y nos salvó. Cómo no adorar al Señor por siempre.
Mateo 22:37 (RV60): "Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente."
La adoración surge del amor total y completo a Dios. Amar a Dios con todo el corazón implica una entrega total, que se expresa a menudo a través de la adoración.
La relación personal con Dios:
Filipenses 3:3 (RV60): "Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne."
La adoración es una expresión de la relación personal con Dios a través de Cristo. Es una respuesta de gratitud y amor.
Romanos 12:1 (RV60): "Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional."
La adoración no se limita a momentos específicos, sino que se extiende a toda la vida. Ofrecer nuestros cuerpos como sacrificio vivo es un acto de adoración constante.
Adórale a Dios. Él es digno, glorioso, poderoso, Él es fiel y verdadero, Él te ama.
Dios te da todo, aire, agua, vida. También tú puedes darle todo, toda tu adoración.
Si te gustó, comparte!!!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario