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jueves, 5 de junio de 2025

La importancia de adquirir sabiduría

“Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides ni te apartes de las razones de mi boca.” (Proverbios 4:5)

La instrucción aquí es clara y directa: “Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia”. El verbo adquirir nos habla de acción, de movimiento, de un esfuerzo intencional por obtener algo valioso. La sabiduría no llega por casualidad; no es un don que simplemente cae del cielo sin búsqueda ni dedicación. Es un tesoro que debe ser buscado como quien escarba para encontrar oro o piedras preciosas. Y no cualquier sabiduría, sino la que proviene de Dios, porque solo ella permanece y nos conduce a la vida eterna.

Salomón, el hombre más sabio de su tiempo, no nos dice: “espera a que la sabiduría te encuentre” sino “adquiérela”. Esto implica disciplina espiritual: leer la Palabra cada día, meditar en ella, pedir a Dios entendimiento en oración, aprender de hombres y mujeres piadosos que caminan con el Señor. Significa apartar tiempo, renunciar a distracciones y priorizar el alimento espiritual sobre el entretenimiento pasajero. Tal como un agricultor invierte tiempo en preparar la tierra para la cosecha, nosotros debemos invertir tiempo en cultivar nuestro corazón para recibir la semilla de la sabiduría.


Luego, el versículo añade: “no te olvides ni te apartes de las razones de mi boca”. Aquí hay una advertencia: incluso si un día recibimos instrucción de Dios, el peligro está en olvidarla o apartarnos de ella. La vida está llena de voces, opiniones y tentaciones que quieren desviar nuestra atención. Por eso, la sabiduría no es solo adquirirla una vez, sino perseverar en ella, guardarla en la mente y el corazón, y aplicarla en las decisiones diarias.

Un ejemplo práctico

Imaginemos a una persona que aprende a manejar un vehículo. Al principio, se esfuerza en recordar cada paso: el embrague, la palanca de cambios, las señales de tránsito. Con el tiempo, si descuida la práctica o ignora las normas, corre el riesgo de accidentes. Lo mismo sucede con la sabiduría espiritual: si dejamos de aplicarla, nos olvidamos de ella y comenzamos a actuar de forma imprudente. El resultado son errores, heridas y caminos equivocados.

Una anécdota de vida

Hace algunos años, un joven me confesó que dejó de congregarse porque “ya conocía lo básico” de la Biblia. Pasaron unos meses, y en medio de una crisis tomó decisiones que lo llevaron a perder su trabajo y a dañar relaciones importantes. Al buscar ayuda, reconoció: “Me aparté de lo que sabía, y lo olvidé”. Ese joven entendió, a través del dolor, que la sabiduría no es un curso que se termina, sino una vida que se vive cada día.

Aplicación para nosotros

Dios nos llama a buscar la sabiduría como prioridad diaria. No basta con haber leído la Biblia alguna vez, ni con haber escuchado sermones en el pasado. Cada día trae nuevos retos, y necesitamos renovar nuestro entendimiento a la luz de la Palabra. Recordemos que adquirir sabiduría es invertir en la eternidad, y apartarnos de ella es ponernos en riesgo espiritual.

Hoy, el Señor te dice: “Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides”. Toma esa decisión consciente: abre tu Biblia, ora, busca consejo piadoso, y mantente en el camino de la verdad. Porque quien guarda la sabiduría, guarda su vida.



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«Adquiere sabiduría»

Sabiduría



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